domingo 20 de julio de 2025.
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Villa María

Caminar entre tumbas: otra forma de conocer la historia

La vida y la muerte en el mismo lugar. Muchos, la mayoría de nosotros, moriremos de la misma manera en la que vivimos e iremos a parar a un lugar similar al que teníamos en la sociedad. Ese era el pensamiento de la sociedad argentina al menos hasta la primera mitad del siglo XX.

Recorrer un cementerio es aprender de historia también. Es recorrerla paso a paso y ver en un espacio relativamente reducido, una línea de tiempo notable sobre la sociedad en general.

Eso precisamente es lo que movilizan las visitas guiadas por el Cementerio La Piedad, impulsadas desde el área de Archivo y Patrimonio Histórico, dependiente del área de Gobierno y Cultura de la Municipalidad de Villa María.

El Cementerio La Piedad no es el primero que tuvo Villa María, de hecho es el tercero. Al menos documentado.

Se construyó en un solar bastante alejado de aquel poblado inicial que era Villa María, pero a la orilla de las vías del tren. Igual que la ciudad.

Y al igual que la ciudad, estuvo diseñado originalmente por masones. El trazado original del camposanto era en diagonales, siguiendo formas geométricas triangulares, y aún se puede ver claramente desde el cielo.

En ese espacio, al que se accede a través del portón principal del cementerio se encuentran los panteones de los padres fundadores de Villa María. Las familias más acaudaladas, los dirigentes políticos. Comerciantes y la gente más preponderante de la ciudad en sus años iniciales.

Por ahi está el panteón de Joaquín Pereyra y Domínguez, cuyos restos ya no están aquí, sino en Villa Nueva, del otro lado del río. A pocos metros, y por la misma calle, otro masón, Casimiro Altamira, referente político de los inicios villanovenses, pero cuyo cuerpo está en Villa María. Toda una paradoja del destino cruzado de los referentes de ambas localidades, separadas por el río.

Grandes panteones con capillas. Mármoles, bronces y ornamentos que hacen únicos a cada uno de los panteones principales que se lucen por las callecitas iniciales de aquel cementerio inaugural. Entre esas callecitas, dos grandes panteones comunitarios que también reflejan a aquella Villa María inaugural: los inmigrantes. Italianos y españoles que llegaron a hacer la América, y que formaban pequeñas comunidades para no olvidar su terruño. Así nacieron la Asociación Española de Socorros Mutuos y la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos. Ambos panteones, están cerquita uno de otro

Villa María era una comunidad creciente, liberal y opulenta. Y sus muertos también lo eran. Una creencia en donde la tumba más grande dejaba a nuestros muertos más cerca del cielo.

Durante las décadas del 40´ y 50´ Salomón Deiver le modificó la fisonomía a Villa María y también al Cementerio La Piedad. Todo va de la mano.

Y mientras en la ciudad creó un zoológico, la gruta de Pompeya, el Cristo Redentor, entre otras cosas; en el cementerio se dedicó a pavimentar calles, ampliarlo a clases populares y acercarlo también a la Iglesia. Los masones seguían presentes, pero la Iglesia ahora tenía presencia real, con una pequeña capilla en el ingreso.

Aparecieron los nichos. Tumbas mucho más simples, que terminaron rodeando esos triángulos perfectos que eran el cementerio inicial. Los ricos al centro, en la periferia la gente “común”. Uno muere como ha vivido.

Un dato de color. Algunos historiadores marcan que luego de esa construcción inicial, muchos masones fueron enterrados en el sector “disidente”. El sector disidente en el Cementerio de Villa María no está marcado por un cartel. Todo es más simple. El disidente está de espaldas, y muchos disidentes al catolicismo están de espaldas a ese dibujo inicial del camposanto. Uno muere como vivió.

Dentro

Fuera de ese cuadrado. El cementerio siguió creciendo de manera diversa. Hay más panteones, más nichos. Tumbas a tierra. Galerías con techo, sin techo. Osarios. Más panteones comunes. Por ahí están los vascos; más italianos que siguieron llegando, ferroviarios.

Amadeo Sabattini tiene su panteon simple y sin estridencias. Como vivió. Más cerca de los masones que de los católicos ¿Cómo vivió?….

Villa María también se fue agrandando con las décadas y de manera sincrética. La ciudad se expandió y el cementerio incluso quedó dentro de la mancha urbana. Allá lejos, a pocos metros del otro porton del cementerio descansa Edith Vera, en una tumba que estuvo varios años olvidada. La monumental poeta villamariense que también murió en soledad.

Caminar por las calles del cementerio es una gran clase de historia en pocos metros. Una experiencia que permite reflexionar y aprender más sobre los orígenes de una ciudad que ya no existe más, pero a la que todavía podemos divisarle sus huellas caminando por Villa María.

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